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Sin perder mis raices. 💞🍃⏳

  • Foto del escritor: Allison Irlanda
    Allison Irlanda
  • 17 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

Cortarme el cabello fue una decisión difícil, pero la más sana.

Y ahora viene la metáfora que siempre me gusta usar: las personas deben de ser como el hielo para la migraña, un alivio. No como la luz, una molestia.

En mi vida tenia mucha luz, pero no de la que te ilumina y te ayuda a brillar, sino de la que te quema, te lastima. Hace que no puedas ni abrir los ojos por lo intenso, esa luz que hace que te encierres porque es una molestia. Entonces corres las cortinas de tu vida y, sin embargo, la luz se cuela por espacios que no habías previsto e igual te sigue lastimando.

Eso había en mi vida, mi cabello estaba demasiado dañado, quemado, los químicos habían debilitado cada hebra, asi como lo toxico de ciertas personas habían ido debilitando mi seguridad, mi razón y me volvía una persona que solo me alejaba un poco (solo cortaba las puntas), pero no atacaba el problema de fondo.

Y lo intente, intente mucho, pero me aferraba a ese largo y dañado cabello que a veces se veía bien, y a veces me daba ganas de cortarlo todo. Y no podía, me debilitaba cada vez más, me debilité aún más, perdí muchas cosas que me hacían feliz y me mantenían fija a la tierra, me encerré tras las cortinas y me volví a esconder bajo la cama, pero esa luz, que era un fuego incontrolable amenazaba con reducirme a cenizas, me faltaba el aire al respirar, ya no podía. Me quería ir.

Y sin pensarlo, pase por el fuego que se alzaba indomable en mi espacio. Me quemaba el cuerpo, me dejaba heridas, pero iba saliendo y dejándolo atrás. Corte mi cabello, corte todo eso que le hacia daño, pero no corte mis raíces. Esas que con el tiempo habían ido creciendo y se abrían paso sobre todo lo dañado.

Mi forma de ser, mis ánimos, mi seguridad comenzó a crecer nuevamente. La luz volvía a ser un abrazo cálido para las mañanas de brisas frías y volvió ese desorden alegre que tanto me gustaba.

Volví a reír, volví a soñar.

Volví a sentir que la vida tenía sentido, había encontrado el hielo para mi migraña, había encontrado una fuente de agua vivía, fresca, que me recorría desde dentro y salía en un halito de paz desde mi centro. Mire bajo la cama y encontré una extraña que se veía perdida, la tome de la mano y aquí seguimos andando, y luchando para que la luz no nos vuelva a quemar…



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